Nació de un huevo de color azul manchado de un amarillo
brillante. Nada más nacer, sus ojos eran grandes y tenía pequeños pinchos
erizados en la espalda. Creció a un ritmo terrible, en unos pocos meses ya rugía
más fuerte que cualquier fiera que yo conozca. Ahora mide unos 20 metros y se esconde detrás
del edificio de enfrente de mi ventana.
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