El sol va acercándose a ti. Cada vez lo sientes más cerca.
El calor rebosa por todo tu cuerpo hasta que sientes como fluye por tus venas
como si te lo estuvieran inyectando. Por fin toca tu rincón más escondido y
profundo, ese que mantenemos helado la mayor parte del tiempo para que no se
abrase. No sabes si te quemara desde dentro pero la sensación que produce es
maravillosa.
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